En un paso histórico hacia la supremacía tecnológica espacial, China ha lanzado al espacio la primera supercomputadora orbital equipada con inteligencia artificial. Este avance forma parte del ambicioso proyecto «Three-Body Computing Constellation», que planea desplegar 2.800 satélites para procesar datos directamente en órbita. El objetivo es revolucionar la forma en que el mundo gestiona la información.
El lanzamiento se realizó desde el Centro Espacial de Jiuquan, con la puesta en órbita de los primeros 12 satélites del sistema. Cada uno lleva un modelo de IA con 8 mil millones de parámetros, lo que les permite analizar datos en tiempo real sin necesidad de transmitirlos a la Tierra.
Esta capacidad reduce drásticamente la latencia, algo crucial en aplicaciones como el monitoreo ambiental, la respuesta ante desastres naturales y la seguridad nacional.
A diferencia de los centros de datos tradicionales que consumen grandes cantidades de energía —alrededor del 1% del total mundial—, la constelación orbital china se alimentará exclusivamente de energía solar. Además, utilizará el vacío del espacio para disipar el calor, eliminando la necesidad de costosos sistemas de refrigeración.
Esta arquitectura energética hace que el sistema sea más eficiente y sostenible que sus equivalentes terrestres. De hecho, se prevé que esta constelación alcance una potencia de un quintillón de operaciones por segundo, equiparable a las supercomputadoras más avanzadas del mundo.
El astrónomo Jonathan McDowell, del Centro Harvard-Smithsonian de Astrofísica, describió el proyecto como “la primera implementación sustancial” de computación orbital. No obstante, también señaló los desafíos técnicos que implican coordinar miles de satélites operando simultáneamente.
Aun así, el nivel de sofisticación alcanzado coloca a China por delante de iniciativas similares de compañías como Axiom Space o Blue Origin, que también apuestan por esta emergente tecnología.
La startup china ADA Space, responsable de liderar este megaproyecto, ha equipado sus satélites con instrumentos avanzados como:
Estos elementos permiten crear modelos virtuales del planeta con un nivel de precisión sin precedentes. Gracias a ello, se abre la posibilidad de prever fenómenos naturales, optimizar la gestión de recursos y mejorar las capacidades de predicción climática.
Con esta jugada, China refuerza su posición en la carrera tecnológica espacial, compitiendo directamente con Estados Unidos y empresas privadas que también buscan liderar en inteligencia artificial y computación de alto rendimiento.
El dominio de la computación en órbita no solo representa una ventaja tecnológica. También implica un factor estratégico clave en los próximos conflictos geopolíticos y en la toma de decisiones basadas en datos globales.
Los usos de esta tecnología se extienden más allá del ámbito científico. Al poder procesar imágenes y señales en tiempo real desde el espacio, se vuelve ideal para fines de defensa, vigilancia y gestión de crisis.
Además, la baja latencia puede marcar una diferencia crítica en respuestas ante ataques cibernéticos, desastres naturales o emergencias humanitarias. Todo ello sin depender de infraestructura terrestre vulnerable.
Este proyecto plantea una disrupción total en la manera en que se concibe el procesamiento de datos a gran escala. Tradicionalmente, los centros de cómputo han estado en tierra firme, con limitaciones físicas, energéticas y de infraestructura.
Sin embargo, gracias a la primera supercomputadora orbital, ahora es posible imaginar un futuro donde el núcleo del poder computacional esté más cerca del universo que de la superficie terrestre. Esta nueva realidad no solo cambia el paradigma tecnológico, sino que también redefine la soberanía digital.
Aunque el avance es notable, también hay obstáculos a considerar. La coordinación de miles de satélites requiere una red altamente robusta, resistente a errores y ciberataques. Además, se deben establecer protocolos internacionales sobre el uso de estas tecnologías en el espacio.
La gestión del tráfico satelital, los posibles residuos orbitales y la interferencia con otras misiones también deben ser contemplados cuidadosamente.
Con este lanzamiento, China marca un antes y un después en la exploración espacial y el uso estratégico de la inteligencia artificial. La Three-Body Computing Constellation no solo amplía las fronteras de la ciencia, sino que también proyecta a China como líder en una de las áreas más prometedoras del siglo XXI.
El camino hacia la computación orbital global está apenas comenzando. Sin embargo, el mensaje es claro: el espacio ya no es solo un lugar para observar el universo, sino también el nuevo campo de batalla por el dominio de la información.
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